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domingo, 18 de noviembre de 2018
jueves, 6 de septiembre de 2018
miércoles, 5 de septiembre de 2018
sábado, 8 de julio de 2017
lunes, 3 de julio de 2017
MEDICO VIVIA CON CADAVER
médico trastornado que robó el cadaver de una joven y convivió con este 7 años
Carl von Cosel, un médico trastornado que robó el cadáver de una joven a la que cuidó, amó y convivió durante 7 años. Nadie que conociera a Carl podría sospechar a primera vista de lo que era capaz, aunque ahora es fácil intuir que no era una persona equilibrada.
El protagonista fue un médico de origen alemán llamado Carl Tanzler von Cosel, descendiente de una acomodada familia venida a menos durante los duros años de crisis (económica y política) de la República de Weimar y que en 1927 (cuando contaba 50 años de edad) decidió emigrar hacia Estados Unidos y empezar una nueva vida.
Carl Tanzler von Cosel siempre había sido un tipo excéntrico y con algunas ideas que se podrían calificar como peculiares, aunque siempre destacó por ser un buen profesional de la medicina y más concretamente en el campo de la radiología, en el que se había especializado.
Aunque estaba casado y tenía dos hijas, poco tiempo después de llegar a EEUU decidió abandonarlas y trasladarse a vivir en soledad a Cayo Hueso (Florida) donde fue contratado en el U.S. Marine Hospital donde compaginó su trabajo como radiólogo con sus peculiares aficiones, como inventar aparatos, restaurar cosas viejas e incluso remodelar un viejo avión militar abandonado y que durante un tiempo llegó incluso a convertir en su propio hogar.
A pesar de ser un centro médico militar, en el hospital también se atendía a pacientes civiles (evidentemente, que pagaban importantes minutas) y hasta allí llegó el 22 de abril de 1930 un adinerado matrimonio cubano (afincado en Florida) al que acompañaba su hija, de 20 años de edad, Elena Milagro de Hoyos, aquejada de tuberculosis y a quien todos los médicos que la habían visitado la habían desahuciado.
Pero von Cosel tras ver a la joven quedó prendado de ella y su frágil mente comenzó a imaginar que era la mujer de su vida y con la que había soñado desde que era un niño… y es que resulta que el médico había tenido a lo largo de su vida varios sueños recurrentes en los que se le aparecía una antepasada y le mostraba el retrato de una mujer que él identificó con Elena en el momento que la vio por primera vez.
Se volcó en el cuidado de la muchacha, invirtiendo gran parte de su capital en nuevos aparatos e incluso trasladándose a vivir durante un tiempo al domicilio del matrimonio Milagro-de Hoyos con el fin de estar más cerca de ella y darle todos los cuidados posibles.
Pero la enfermedad ya estaba muy avanzada y Elena falleció el 25 de octubre de 1931, quedando von Cosel sumido en el dolor, debido a que estaba perdidamente enamorado de ella.
Se ofreció a pagar todos los gastos del funeral e incluso diseñó un mausoleo en el que el cuerpo de Elena sería enterrado. Lo que desconocía la familia era que en dicho sepulcro había colocado una serie de conductos con los que suministraría compuestos químicos al cadáver (como el formol) con el fin de conservar el cuerpo en perfecto estado.
Tras el entierro de la joven, von Cosel la visitaba a diario y pasaba numerosas horas junto al féretro. Escuchaba la voz de su amada (en su cabeza, evidentemente) y estaba convencido de que no estaba muerta. Incluso mantenía largas conversaciones con ella, siendo respondido -tal y como lo explicó el médico años después a través de sus memorias publicadas en un libro- y en una de esas muchas charlas que mantuvo con su amada ésta le rogó que la sacara de allí y la llevase a vivir con él.
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